viernes, 30 de diciembre de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2011
Azar o destino
Veo mis manos
vacías de azar
ven tus ojos
sin destino al camino
veo en tus pies
pasos certeros
junto a los tuyos,
los míos haciendo camino
mañana será tarde
para luchar
por eso empezamos ayer
veo tu manos
vacías de destino
y en mis ojos
el azar ni tiene cupo
tu mano, con la mía
juntas,
entrelazadas,
trenadas,
no hay azar
no hay destino
sólo la certeza
de una lucha sin tregua,
sólo la certeza
que nada podrá parar
lo que vos y yo queramos que nunca pare
-ocutubre 2011
Un verde ó verde I
Estoy hecha de verdes
de muchos verdes
casi todos los verdes
y cuando sueño lo hago en verde
y si construyo es un verde
árboles
montañas
barrancos
verdes, verdes, verdes, verdes
siempre verdes
y de ver lo verde
algún tono le ha quedado a la mirada
¿Y a vos?
verde te quiero
en cualquiera de sus tonos
y tu lucha es verde
y tu sueño verde es también
verde absurdamente rebelde
verde estrictamente irreverente
abusivo verde
hermoso verde
te quiero verde...
-octubre 2011-
-octubre 2011-
Renacimeinto
Vio sus manos
y sintió en todo su cuerpo la impotencia.
Vio sus pies
y sintió en toda su cabeza una juventud cansada.
y sintió en toda su cabeza una juventud cansada.
Se vio hacia dentro.
...y sintió que algo había muerto dentro de ella.
Entonces vio hacia atrás,
y sintió vergüenza.
y sintió vergüenza.
supo entonces que nuevas cosas nacieron ella…
Y sí
Y si pudieran
mis ojos ver hacia otro lugar
Y si el dolor
Y si el dolor
abandonara las tristes calles de mi ciudad
Y si la tristeza dejara de ser esa niña insolente en el cuerpo de la gente
Y si la tristeza dejara de ser esa niña insolente en el cuerpo de la gente
Si tan sólo pudiera alguien responder,
decirme que pasó…
decirnos que pasó.
Si por un segundo el dolor se fuera,
y en algún lugar,
un abrazo,
un camino,
un sendero
Si tan sólo…
la tristeza dejara de ser esa niña insolente en el cuerpo de la gente
La historia sin moral, tabu o queja
Esta es la historia de Juanno el que vendía huevos de gallina. Era una vez un tal Juanno , que tenia media docena de gallinas y un gallo. Juanno iba por las calles del centro de una ciudad chiquita, El Pueblón le decían. Juanno llevaba empujada una carreta de supermercado grande y arreglada como gallinero, en ella llevaba su media docena de gallinas (al gallo lo dejaba en casa, reponiéndose para la ardua tarea de hacer la magia montada de la reproducción ovípara) y gritaba a todo pulmón: huevos frescos, va llevar su huevos frescos de gallina de Pueblón, venga, venga, lleve sus huevos frescos.
Juanno iba por ahí con los pies descalzos, que porque le daba vértigo no sentir la tierra. Una mañana muy polvorosa, que podía haber sido un febrero o un marzo, Juanno se encontraba sentado a orillas de la fuente principal de El Pueblón, tenía su pie izquierdo sujeto con las dos manos y hacia gestos contusos y contorsionados. En ese momento pasaba en casualidad Pedrosi, un muchacho socarrón, que vendía leche de cabra, mientras arriaba amenazante su rebaño por El Pueblon, al verlo le dijo: Vos Juanno, ¿qué te paso pues? ¿por qué haces esas caras? ¿por qué no andás vendiendo tus huevos? ¿dónde esta tu gallinero? Juanno dejó su pie al ver a Pedrosí y le dijo mientras se ponía en pie: Las gallinas las dejé encargadas con la vendedora de versos del semáforo en la esquina, es que una espina se me metió en el pie y la busco, la busco y no la encuentro. A lo que Pedrosí contesto: mmmm, tené cuidado Juanno, que dicen que una espina perdida se va como herida y sin salida a instalarse al corazón. Los vendedores se vieron sin más, y en lugares diferentes se pusieron a caminar.
Desde entonces cuentan que Juanno vive en olvido (una cantina sin sentido), y tras copa y copa de licor de clavo y jengibre gime sin parar que una espina se le clavo en el corazón y que ni el olvido ni el clavo se la logran arrancar. La vendedora de versos que de gallinas no sabía, ha hecho caldo para la goma y no ha parado de versar. Pedrosí ya hace quesos y el negocio dicen que va para más.
Juanno iba por ahí con los pies descalzos, que porque le daba vértigo no sentir la tierra. Una mañana muy polvorosa, que podía haber sido un febrero o un marzo, Juanno se encontraba sentado a orillas de la fuente principal de El Pueblón, tenía su pie izquierdo sujeto con las dos manos y hacia gestos contusos y contorsionados. En ese momento pasaba en casualidad Pedrosi, un muchacho socarrón, que vendía leche de cabra, mientras arriaba amenazante su rebaño por El Pueblon, al verlo le dijo: Vos Juanno, ¿qué te paso pues? ¿por qué haces esas caras? ¿por qué no andás vendiendo tus huevos? ¿dónde esta tu gallinero? Juanno dejó su pie al ver a Pedrosí y le dijo mientras se ponía en pie: Las gallinas las dejé encargadas con la vendedora de versos del semáforo en la esquina, es que una espina se me metió en el pie y la busco, la busco y no la encuentro. A lo que Pedrosí contesto: mmmm, tené cuidado Juanno, que dicen que una espina perdida se va como herida y sin salida a instalarse al corazón. Los vendedores se vieron sin más, y en lugares diferentes se pusieron a caminar.
Desde entonces cuentan que Juanno vive en olvido (una cantina sin sentido), y tras copa y copa de licor de clavo y jengibre gime sin parar que una espina se le clavo en el corazón y que ni el olvido ni el clavo se la logran arrancar. La vendedora de versos que de gallinas no sabía, ha hecho caldo para la goma y no ha parado de versar. Pedrosí ya hace quesos y el negocio dicen que va para más.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Habitada
Como en el despertar de mi piel
de mis sentidos
de mis conciencias:
la de mi siempre mujer y lo de siempre
te siento diferente
y diferente te invento,
me invento,
me reconstruyo, no en tus brazos
sino en los míos
con los míos
sin poder
ni empoderada
ni nueva
ni renovada
dejó mi mente el desquicio
atrás,
mucho queda atrás
me aseguro que ni siquiera a mi memoria alcance
hoy de nuevo voy a caminar
ni lluvias
ni torrenciales
lo fatídico ya no me cabe
La alegría
Palabra habitada
Habitada de la palabra alegría
domingo, 11 de diciembre de 2011
Deudas de abrazos
Ayer me comí el espanto y la frustración se me anudo en los pómulos,
quizá por eso los cachetes me nacieron hoy más regordetes.
El día me quedó debiendo abrazos y mis deudas crecieron a ton y son,
ni siquiera pude sonreír a la luna o al sol, que a falta de mi coraje, se lloraba en todos lados del cielo a las montañas.
El día me quedó debiendo un abrazo, que a lo mejor no me quise dejar pagar....
Adiós....
Nunca fue fácil decirte adiós,
nunca me fue fácil decirle a adiós a nadie,
tal vez vendrá de ahí mi ateísmo.
Nunca me quise despedir de ningún lugar y
siempre me quise ir de todos:
esfumarme, esconderme, escabullirme, verbos rectores de una vida contingente.
Las palabras en las manos y en la cabeza me brotaban, siempre...
ahí estaban, las correctas, las indicadas, las precisas.
Pero siempre pasaba algo antes que pudieran llegar a mis labios.
Entonces mis ojos aprendieron a hablar.
(Le decía la niña que cómo lloraba, no sabían que lo que hacía era hablar, hablar, hablar.)
Igual y nunca te pude decir adiós. jamás lo haré, ni en los ojos, ni en las manos, mucho menos saldrá de mis labios.
jamás, nunca, siempre...
jamás voy a decirte adiós
nunca voy querer que lo sepás (ver, oír, leer)
siempre, siempre...
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