Busqué en mi memoria
todos los recuerdos alejados
y distantes,
en los más bonitos,
dónde hubiesen:
cielos azules,
verdes irreverentes,
soles brillantes
pero sobretodo
una Mia sonriente sin sus ojos tristes.
Los agarré uno a uno:
me los medí,
los pulse,
los saboree.
Quería ver:
si me podía meter
un rato en alguno,
y escapar en él,
al menos un segundo irme con él...
Pero ninguno me quedó:
o los zapatos,
o las camisas,
o las faldas y
los pantalones,
todos me quedaron grandes
o pequeños,
ya nada me ajustó,
quizá porque son sólo eso: recuerdos, distancias, adiós...
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